Quiero
iniciar este artículo contándoles algo que me hizo reflexionar mucho, y que
pensé que sería una buena forma de empezar a sembrar amor y perdón, dos cosas de las que estamos careciendo cada día más, que si las aplicaríamos a diario,
tendríamos un mundo diferente.
Veníamos
saliendo de un centro comercial con un
amigo que iba manejando el carro, para
poder salir del lugar hay que fijarse en ambas direcciones, mi amigo mira hacia
un lado y sigue, pero no se percató que
el carro del frente había frenado, y chocó por detrás, en ese momento hubo un silencio profundo, ese silencio en el
que puedes pensar muchas cosas en cuestión de segundos, yo lo que pensé fue,
Dios tiene el control de todo, mi amigo se baja a ver qué había pasado, al
ratito me baje yo, el muchacho del otro carro nos comenta que acaban de sacar
el carro del taller de enderezado y pintura, y que además era el carro del
trabajo, en medio de la conversación el señor trajo cinta para pegar lo que
quedaba de foto de nuestro carro, y estábamos viendo cómo lo solucionamos, mi
amigo ya haciendo números, de cuánto le iba a costar el arreglo de ambos
carros, ya que el carro que andaba no era de él, así que la cuenta iba hacer
grande. En un momento el señor nos dice, bueno dejémoslo así y nos da la mano,
me quedé atónita, y dije -¿cómo dejémoslo así, de verdad?, y me responde el
señor, -si, un día alguien me perdono a mí un choque, ahora me toca a mí
hacerlo, me quedé sin palabras, lo que pude decir es que Dios te bendiga y
recompense.
Imagen con fines ilustrativos. |
Nos
fuimos camino a casa, atónitos, y con una gran enseñanza, definitivamente, si
algún día me veo en una situación parecida, no podría no perdonar la deuda, y
esto me llevó a entender que esto mismo es lo que hizo Jesús por mí, y lo que
me pide que haga con los demás, Él, me perdonó cuando yo no lo merecía, igual que este señor del carro, nosotros tuvimos la culpa, sin embargo él decidió
perdonarnos la deuda.
Esto
aplica para todos los aspectos de nuestra vida somos muy hábiles para señalar,
y exigir justicia para con nosotros, pero cuando se trata de nosotros como
acusados pedimos clemencia, apliquemos más el amor y el perdón, hagamos eco del
acto de este señor, porque a todos nos han perdonado la deuda alguna vez en la
vida, perdona aun las deudas del corazón, que estas te traerán libertad,
practiquemos el mensaje de Jesús, amar a los demás, en el amor cabe el perdón,
no se llamaría perdón si la persona lo mereciera. Decide seguir la cadena, y decide regalar
perdón, y vas a ver la libertad que habrá en tu corazón.
Y
aprovecho para agradecer al señor que perdonó nuestra deuda con su vehículo.
Gracias por seguir la cadena, prometo que si algún día me veo en esa situación
también lo haré.
Dra.
Nathaly Dután
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenid@s al Blog, gracias por compartir sus comentarios y vivencias