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martes, 6 de marzo de 2018

Verdades Amargas o Mentiras con Sabor a Miel

La mayoría de personas profesan ser amantes de la verdad,  dicen que odian las mentiras,  sin embargo  sabemos que en la vida cotidiana la verdad no es algo muy gustado,  el mundo funciona así, y de alguna manera hemos aprendido a vivir con ello, de labios todos dicen amar la verdad, pero en realidad a nadie le gusta escucharla.   Por ejemplo, la publicidad esta llena de mentiras con verdad, y funciona, por que en realidad nadie quiere escuchar que para bajar de peso, necesita disciplina, cambios de hábitos, ejercicios, etc,  lo que la gente desea escuchar es “con estas pastillas quemadoras de grasa vas a bajar en un par de semanas …”  aún sabiendo que tal promesa es una mentira, el colectivo elige creer en ello y consumir el producto.  

Ahora bien, y que pasa con las verdades que desnudan el alma, que te muestran la realidad, por ejemplo quizás te estas mintiendo al insistir estar en una relación de pareja donde te están haciendo daño, y permaneces ahí por codependencia,  pero como eso suena muy feo, adornamos las cosas diciendo “es por mis hijos,  por eso no me separo”  ¿porqué hacemos esto? por que la primera opción  te hace responsable, la segunda te hace víctima, y como vimos en el país del pobrecito, ser víctima es la “mejor” posición.  

Entonces al final de cuentas al parecer las personas prefieren mentiras con sabor a miel, que las verdades amargas, lo que pasa es que las mentiras tarde o temprano te fermentarán el alma, y ¿quién podrá escaparse de la verdad?  de alguna u otra manera la verdad habla, no importa cuánto le digas al mundo que está todo bien y que eres una persona llena de fe,  si al final tu cuerpo te va a delatar, con migrañas, gastritis, colitis, etc. 



Quizás la verdad sea amarga al principio, pero te aseguro que con el tiempo será dulce para tu alma, y tu cuerpo lo agradecerá.  La verdad nos hace libres, quizás no nos da un club de fans,  al contrario tal vez te topes con un pueblo que grita “crucifíquenlo”  pero no hay mayor satisfacción que conocer y decir la verdad, llamemos a las cosas por su nombre, dejemos de poner tantas excusas para todo, paremos de justificarnos, asumamos, modifiquemos, afrontemos y confrontemos.  En pocas palabras maduremos, elijamos la verdad no solo decirla, si no también escucharla, que al fin y al cabo es lo que más cuesta, pero sin lugar a dudas es lo que te hace crecer.  Más vale una verdad amarga que te salve la vida, que una mentira dulce que te condene. Elige decir y escuchar verdad.